domingo, 27 de noviembre de 2011

Noel vuela alto sin Oasis

El de Noel Gallagher era mi concierto más esperado del año. Y no me defraudó, pero tampoco me emocionó. Gran parte de la culpa la tuvo el público que abarrotaba La Riviera, que voceó casi todas las canciones (por suerte, en el caso de las nuevas, la gente sólo se sabía el estribillo) y no dejaban escuchar bien. Nunca entenderé que tantísima gente vaya a los conciertos a demostrar que se sabe las canciones, como si les fuesen a dar parte de la recaudación. Gritan (no cantan) tan alto que impiden que escuchemos bien al que está en el escenario.




Público aparte, la actuación no estuvo nada mal. Todos nos preguntábamos cómo sería Noel en directo sin Oasis, y las comparaciones de los conciertos de éste y de aquellos fueron inevitables. No hubo sorpresas respecto al setlist, pues utilizó el mismo que en sus últimos conciertos: abrió con It's Good To Be Free (le quedó bien, pese a que originalmente la cantaba Liam) y cerró con Don't Look Back In Anger. A juzgar por cómo terminó con su hermano y con la banda de ambos no creo que la elección de estos dos temas fuera casual. La última canción, por cierto, la interpretó él solo con la guitarra, en plan acústico. Y cómo no, todo el mundo abajo gritando a saco "soooooo Sally can waiiiit". Qué se le va a hacer...

Noel interpretó su nuevo disco, Noel Gallagher's High Flying Birds, casi por completo: sólo faltó Stop The Clocks. Su reciente trabajo es más que solvente, y no flojea por ningún costado. Noel tiene mejor voz de lo que parecía y hace que no se eche tanto en falta a Liam; y a nivel compositivo está en bastante buena forma. Su álbum, como tantas otras veces, remite a The Beatles y a The Kinks (también a Oasis, si se permite la redundancia), y en directo suena bastante bien, desde los temas más, digamos, emocionales, como If I Had A Gun I Wanna Live In A Dream (In My Record Machine), hasta los más explosivos, como las enormes Stranded On The Wrong Beach y Dream On, y sobre todo la espectacular y hasta discotequera AKA... What A life! Sí se echó en falta alguna trompeta para tocar en condiciones The Death Of You And Me, por ejemplo.

También hubo un par de regalitos: la estupenda The Good Rebel, cara B del single The Death Of You And Me, y Freaky Teeth, un adelanto del próximo trabajo de Noel, que al parecer se publicará en 2012. Pero la mitad del repertorio fue, cómo no, para Oasis. Noel atacó con Mucky Fingers (ésta "inspirada" en la Velvet Underground), The Importance Of Being Idle (otro "homenaje" a The Kinks), Little By Little, Half The World Away y Talk Tonight, y también se atrevió con Supersonic y Wonderwall, ambas interpretadas sólo por él, sin acompañamiento. En esas dos pudo echarse un poco de menos la voz de Liam, pero aun así el resultado fue bastante decente.

Muy probablemente Noel no podrá superar a Oasis, pero no hay que olvidar que Oasis, ante todo, era él mismo. Su reciente álbum es bastante bueno, sigue teniendo creatividad e incluso mejor voz. En líneas generales ha conseguido sobrevivir a Oasis, y parece que le queda gas para rato. No sé si podría decirse lo mismo de Beady Eye...

NOTA: 7/10


(He aquí la mini-historia de 20 minutos que ha hecho Noel con los vídeos de If I Had A Gun, The Death Of You And Me y AKA... What A Life! Memorables las caras de Noel y la actuación estelar de Russell Brand).

viernes, 11 de noviembre de 2011

John Grant, un buen tipo

La actuación en el Teatro Lara de Madrid del norteamericano John Grant fue un recital íntimo y agradable, aunque algo irregular. Grant venía a presentar su estreno en solitario, Queen of Denmark, elegido mejor disco de 2010 por la revista británica Mojo. Acompañado en varias de las canciones por otro músico, Chris Pemberton, y armado sólo con un piano y un par de sintetizadores hizo enmudecer al público cada vez que abría la boca. Porque tiene una voz preciosa y aterciopelada con la que puede hacer lo que quiera, y eso hizo: desde la tristona y magnífica Where Dreams Go To Die hasta la esperanzadora y épica TC & Honeybear.




Si bien la mayoría de sus temas reflejan las malas experiencias vitales que ha tenido, Grant se reveló como un tipo cercano, simpático y bromista. Es un cantante atormentado, pero parece que ha empezado a salir de la oscuridad en la que se encontraba. Hablaba con los espectadores sobre el motivo por el que había compuesto cada tema, incluso en español. En un momento, tras los aplausos, nos dijo "sois muy mamables", y todos nos reímos, pensando que realmente no sabía lo que había dicho. Acto seguido aclaró con una sonrisa pícara: "es mi broma favorita". Ahí nos dimos cuenta de que dominaba el idioma.

Uno de los puntos débiles de la actuación fue el extraño y molesto pitido que no dejó de sonar a intervalos durante casi todo el tiempo. Aparte, el hecho de que fuera todo tan relajado (el piano y la suave voz de Grant) y con tan pocas variaciones, salvo los efectos de los sintetizadores, hizo que el concierto fuera demasiado tranquilote, quizás algo aburrido por momentos. 

Sin embargo, por encima del tedio quedaron maravillas como It's Easier, Fireflies, Sigourney Weaver, Queen of Denmark (otro momentazo; brutal el comienzo: "I wanted to change the world / but I could not even change my underwear"), Chicken Bones, Vietnam (adelanto de su próximo disco) y Little Pink House (de su anterior grupo, The Czars) o el bis Jesus Hates Faggots.

NOTA: 7.5/10


miércoles, 2 de noviembre de 2011

Wilco son los Beatles de nuestra generación

Tenían razón los que me dijeron que un concierto de Wilco no se parecía a nada de lo que hubiera visto antes.




Verles en vivo y en directo equivale a ver jugar al Barça. Compenetración, casi telepatía entre los componentes del grupo; originalidad, técnica, virtuosismo, capacidad inagotable para enamorar a los espectadores con cada movimiento. Es decir, talento en estado puro.

Si Jeff Tweedy es Messi, su compañero y guitarra Nels Cline es Iniesta, y el batería Glenn Kotche es Xavi. Tweedy es el genio, el centro y el creador, pero el resto de la banda, en especial los citados Cline y Kotche, son vitales a la hora de interpretar como nadie las obras salidas del privilegiado cerebro de su líder. Éste, tras realizar varios cambios en la formación por diversos motivos, parece al fin encontrarse a gusto con sus actuales compañeros.

El que se complementen tan bien es fundamental a la hora de ofrecer un buen concierto, y no es la prueba de que lo tengan todo "milimétricamente calculado", como dicen algunos. Es simplemente la muestra de que son unos profesionales auténticos, con un talento desbordante que ya quisieran muchos. Pocos son capaces de abrir una actuación con dos canciones prolongadas (One Sunday Morning, de doce minutos, y Art of Almost, de más de siete) y no aburrir para nada al personal. Es más, Art of Almost es un tema que suena como a Radiohead, bastante extraño para lo que suele hacer Wilco, y en directo sonó bien, y con gran potencia.

Ante un público que había agotado las entradas hacía meses, que apenas respiraba de lo atento que estaba a lo que sucedía el escenario, los de Chicago correspondieron con una selección bastante buena de su exquisito repertorio (he aquí el setlist). Sonaron At Least That's What You Said, War On War, Handshake Drugs, A Shot In The Arm, Hummingbird; y también hubo tiempo para el nuevo álbum, The Whole Love, entre ellos I Might y las fabulosas Born Alone y Dawned On Me

Los puntos fuertes de la actuación, ya de por sí perfecta, llegaron con Jesus, Etc., coreada por prácticamente todos los espectadores; Via Chicago, en la que Cline introdujo unos atronadores efectos  sonoros (supuestamente para emular las turbulencias en un avión), ante los cuales Tweedy seguía cantando como si nada; y por supuesto Impossible Germany, esa obra magna rematada con un espectacular solo de guitarra a manos de Cline. Todo ello, no lo olvidemos, aderezado con la batería de Glenn Kotche, cuya capacidad de innovar (siempre para bien) es simplemente inefable e inagotable.

En los bises se incluyeron entre otras la pegadiza Heavy Metal Drummer, así como I'm The Man Who Loves You y I Got You (At The End Of The Century), que cerró la actuación. Fueron 23 temas en total, dos horas de verdadero espectáculo. Era increíble ver al público tan entregado, tan respetuoso, tan encantado con lo que veía, que no era sino un grupo de auténticos virtuosos dándolo todo: la perfección había recalado en el Circo Price (por cierto, muy buen recinto para conciertos). Pocos grupos hay en la actualidad que logren enamorar así a la gente, o quizá ninguno. Se puede decir que Wilco son los Beatles de nuestra generación. Y eso que no llenan estadios ni plazas de toros. Ni falta que les hace.

Hay poco que objetar a su actuación, pero algo hay: en otros conciertos tocaron unas cuantas canciones más (por ejemplo en el de Barcelona del día siguiente), y en el de Madrid, que no fue corto pero como todo lo bueno supo a poco, faltaron algunos grandísimos temas como Pieholden SuiteI Am Trying To Break Your Heart, una debilidad personal que me apetecía mucho ver en vivo, y Misunderstood, fantástica se mire por donde se mire. Yo me moría de ganas por ver a Jeff Tweedy gritando eso de "I want to thank you all for nothing!!!", pero no pudo ser. Un entusiasta espectador no paró de pedirla a gritos durante los bises, sin éxito. Habrá que esperar a que Wilco vuelvan para seguir pidiéndola.

NOTA: 10/10