domingo, 31 de julio de 2011

The Jayhawks regresan al completo

Se agradece la vuelta de The Jayhawks a los escenarios, sobre todo a los de España. Y se agradece aún más que hayan venido con Mark Olson, después de 16 años fuera del grupo. Nunca sobran grupos como ellos. Y aunque quizá no hayan llegado al nivel de Wilco, siguen teniendo mucho que ofrecer.


(Imagen de Mark Olson tomada desde un iPhone: disculpen la mala calidad)

The Jayhawks abrieron con la estupenda Wichita, para calentar bien los motores. Fueron subiendo el nivel y no tardaríamos en llegar el delirio con los temazos absolutos como Blue, I'd Run Away, Miss William's Guitar, Take Me With You (When You Go), Settled Down Like Rain... Fue una buena selección, pero podía haber sido mejor si hubieran tocado temas de otros álbumes, aparte de Hollywood Town Hall y Tomorrow The Green Grass, además de varios del próximo disco, Mockingbird Time, que sonaban bastante bien.

Así, faltaron Save It For A Rainy Day, Smile y muchas otras. Smile, por cierto, era el nombre de los teloneros, producto nacional, que ofrecieron una actuación correcta y agradable.

El sonido no fue gran cosa durante todo el concierto, pero la banda hizo un buen trabajo y no se notaron demasiado las deficiencias técnicas. Gary Louris canta tan bien como siempre (aunque se le oía poco: otro fallo técnico), y Mark Olson puede que haya perdido un poquito de voz, pero nada grave. El momento más sorprendente de la actuación fue uno de los temas del final, bastante cañero, y más para ellos. Pudo desentonar un poco, pero no quedó mal, y fue divertido ver a Olson desgañitándose y retorciéndose ante el micro, totalmente despeinado.

NOTA: 8.5/10

miércoles, 27 de julio de 2011

Una obra maestra: 'A dos metros bajo tierra'

A quien ya la haya visto no le extrañará que me ventilara las cinco temporadas de 'A dos metros bajo tierra' en aproximadamente tres semanas. A quienes no la hayan visto aún, cuando comiencen a verla seguro que les pasará lo mismo.

No podía ser de otra forma con una serie tan bien hecha, creada por Alan Ball (guionista aclamado por mí y por muchos por 'American Beauty' y denostado por otros por 'True Blood', sobre la que aún no puedo opinar y no sé si algún día me animaré a ver). El mismo Ball escribe y dirige con acierto varios capítulos de la serie, como el piloto y el final.



¿Qué tiene 'Six Feet Under' que no tengan otras? Muy sencillo: un argumento original y unos personajes muy complejos desde el principio y cada vez más según avanza la serie. Algunos episodios fueron mejores que otros, pero ninguno resulta aburrido. La disfuncional familia Fisher engancha: dueños de una funeraria, con un padre lleno de secretos, una madre hiperprotectora e infeliz, un hijo mayor guaperas y egocéntrico, un hijo mediano gay que aún sigue en el armario y una hija adolescente rebelde con afición por múltiples drogas y escasas habilidades sociales. A ello se suman diversos secundarios, algunos más frecuentes que otros, que ya sea mucho o poco siempre aportan algo y también muestran ser personajes complejos.

Aparte de por la interesante historia que cuenta, esta serie se queda impresa en la memoria porque hace reflexionar mucho más de lo que cualquiera hubiéramos querido. No sólo acerca de la vida y la muerte, que es el eje central del argumento, sino también sobre las relaciones personales, ya sean familiares o de pareja. Además de cadáveres los Fisher y el resto de personajes entierran sentimientos. Y todo esto se hace desde un punto de vista totalmente realista. Los Fisher viven situaciones frecuentemente desquiciantes, y, en menor o mayor grado, más de uno nos hemos visto reflejados en muchas de ellas.

Nos meteremos tanto en la historia gracias al excelente guión y a los fantásticos actores que las peripecias de los Fisher nos dolerán desde el minuto 1, y el dolor no parará cuando la serie termine. El drama predomina, pero también habrá momentos hilarantes. Es una serie tan perfecta que hasta la música es buenísima (obra de Thomas Newman, también artífice de la banda sonora de 'American Beauty') y los títulos de crédito son geniales. Se ve que HBO nunca hace nada mal.

Lo mejor: el personaje más querido es sin duda David Fisher, interpretado por seguramente el mejor actor de la serie, Michael C. Hall, actualmente 'Dexter'. Cualquier elogio se queda corto para definirle. En 'A dos metros bajo tierra' sólo pudieron hacerle frente Frances Conroy (que interpreta a la madre) y Kathy Bates (secundaria de lujo en unos cuantos episodios). Otro punto fuerte es el personaje de Brenda, aunque su actitud es a veces desesperante, y la actriz que le da vida, Rachel Griffiths, también es de las mejores de la serie. Y por supuesto el final, en concreto los últimos minutos, es absolutamente memorable.

Lo peor: el personaje de Lisa, muy probablemente el menos querido, por no decir insoportable. Pero precisamente por ello se puede decir que su intérprete, Lili Taylor, hizo un buen trabajo.

NOTA: 10/10

jueves, 21 de julio de 2011

'Beginners': realista de principio a fin


En 'Beginners' su director y guionista, Mike Mills, refleja parte de su propia vida, con el protagonista como su alter ego. Oliver (Ewan McGregor) pierde a su madre, que llevaba 44 años de matrimonio con su padre, Hal (Christopher Plummer). Es entonces cuando éste, a sus 71 años, revela a su hijo que es gay.

Durante cuatro años Hal se dedicará a vivir por fin plenamente y a ejercer activamente en colectivos homosexuales, sin tener que esconderse o aparentar ser lo que no era; incluso se echa un novio por lo menos 30 años más joven. Pero un cáncer acabará con esta felicidad.

Oliver, hundido, no para de pensar en los momentos pasados con su padre. En esos flashbacks se va viendo cómo el matrimonio de sus padres no era realmente tan feliz, especialmente la madre. Oliver nunca comprendió la causa de esta infelicidad hasta que Hal le revela que fue su madre la que se empeñó en casarse con él, a sabiendas de que era gay, y por ello no pudo hacerla feliz.

En un momento del filme se produce una interesante comparativa entre la generación de Hal y la de su hijo. Oliver explica (con voz en off) cómo sus padres nacieron en una época realmente dura: la familia de su madre era judía e intentaban ocultarlo porque si no serían discriminados; su padre sabía que era gay desde los 13 años pero se casó para poder llevar una vida dentro de lo establecido; ambos vivieron varias guerras en su juventud (2ª Guerra Mundial, Corea, Vietnam), y por ello "no tuvieron tiempo para estar tristes, ni para ser felices".

En cambio la generación de Oliver sí lo tiene. Tienen tanto tiempo que acaban sucumbiendo al miedo, y por tanto a la tristeza. No saben bien lo que quieren, o más que eso, a veces lo saben pero acaban rompiéndolo ellos mismos por miedo a perderlo antes o después y no poder soportarlo. En la película se relata cómo Oliver, a sus 38 años, sigue soltero y siempre acaba él sus relaciones porque no sabe cómo estar en una. Sin embargo, la razón de fondo es el miedo a acabar siendo tan desgraciado como lo fueron sus padres. Pero esta actitud parece que comienza a cambiar cuando, poco después de la muerte de su padre, se cruza en su camino Anna (Mélanie Laurent). Ella es bastante parecida a él, lo cual complica aún más las cosas. Ambos son unos principiantes en las relaciones maduras.

El final quedará acertadamente abierto en lo que respecta a su relación. Pocos fallos se pueden sacar a esta película: el guión es inteligente y tiene un ritmo ágil, los planos son muy bellos, Christopher Plummer y Ewan McGregor hacen un excelente trabajo y la química entre la pareja protagonista (guapísima Mélanie Laurent) es enorme.

NOTA: 8/10

miércoles, 20 de julio de 2011

Mavis no está sola

Mavis Staples, reina del soul, con permiso de Aretha, demostró ayer estar en plena forma. No logró completar el aforo de Puerta del Ángel, pero ella misma se encargó de llenarlo con su poderosa, magnética y espectacular voz.



Personalmente, cuando comenzó a cantar el primer tema, me quedé literalmente con la boca abierta por lo menos durante un minuto entero. Y no soy excesivamente impresionable. Pero ella llegó, tosió, abrió la boca y nos dejó a todos extasiados durante casi dos horas.

Mavis demostró tener personalidad y un gran sentido del humor, a veces incluso sin planearlo. Fue hilarante cuando comenzó a nombrar artistas y famosos de Chicago, su ciudad natal (Al Capone, Michael Jordan, etc.), y alguien del público le recordó a Wilco, cuando precisamente Jeff Tweedy es quien ha producido su último álbum. "¿Cómo he podido olvidarme?", preguntó a su banda.

Una banda muy bien escogida, por cierto. El coro eran buenísimos, igual que el guitarrista, que se marcó él solo un tema de varios minutos para que la cantante descansara un poco. Ya tiene 71 años (y lleva 61 en la carretera), pero aún bailoteaba y gesticulaba con energía. Ella sola llenaba el escenario, y hacía lo que quería con su estupenda y profunda voz.

Durante algún instante se la notó cansada, pero a la vez se vio que se lo estaba pasando bien y que disfrutaba lo que hacía. No hizo un concierto de los de llegar, cantar y largarse. Lo dio todo, y además los temas que interpretó fueron de lo mejor que tiene. Del último disco, 'You Are Not Alone', cantó bastantes (como el tema que da nombre al álbum, que es una maravilla), pero también se atrevió con clásicos ajenos como 'For What It's Worth', de Buffalo Springfield, 'Wrote A Song For Everyone', de la Creedence, y 'The Weight', de The Band, momento (momentazo) en el que recordó que también la interpretó en la película 'El Último Vals'.

Todo temazos en el que tampoco faltaron varias de su época con los Staples Singers, así como 'Down In Mississippi', que interpretó a petición de un asistente del público. Un espectáculo intenso y bello como pocos. Ojalá Mavis vuelva pronto, como dijo que haría.

NOTA: 10/10

lunes, 18 de julio de 2011

The (Old) Beach Boys

El pasado viernes fuimos a ver el concierto de los Beach Boys. Era algo simbólico, porque éramos conscientes de que sólo venían dos miembros de la banda, ambos con 70 años a sus espaldas, y ninguno de ellos se llamaba Brian Wilson. Pero son los Beach Boys y había que verlos.



No tardamos en comprobar que de "Beach Boys" sólo les quedaba el nombre. Bruce Johnston estuvo correcto: tocaba el teclado de vez en cuando y cantó bastante bien varias canciones, entre ellas 'Disney Girls', muy bonita. Además se le veía un tío majete. Pero lo de Mike Love era otra historia. Agradeció al público haber venido, nos hizo reír con sus bromas... era bastante simpático.

Pero bien podían haberle dejado sólo como maestro de ceremonias, porque a la hora de cantar no es que cantara mucho. Cuando tuvo que cantar él solo le faltaba voz, y aunque no sonaba mal del todo apenas se le oía. Es lógico: a su edad tampoco podíamos pedirle milagros. Pero cuando tenía que hacer coros casi ni se molestaba en mover los labios. Así que para matar el rato se dedicó a ir de un lado a otro del escenario guiñando el ojo y haciendo gestos de ligón a las chicas de las primeras filas (doy fe).

Globalmente, el concierto fue bastante divertido, o al menos yo me lo pasé bien, pero no fue por los (dos) Beach Boys. Fue porque, primero, las canciones son sencillamente buenas y triunfan por sí mismas, y, segundo, porque la banda que traían era estupenda. En el centro portaba una guitarra el hijo de Mike Love, un guaperas que no cantaba mal, pero que no llegaba a los agudos. Para eso estaba el bajista, un hombre misterioso con gafas de sol y sombrero oscuros, discreto pero genial. El guitarrista principal también tenía mucho talento. Pero la palma se la llevaba el batería. Qué energía, qué manera de tocar, ¡y qué voz!, porque cantó él solo dos o tres canciones, y ahí también se los comía a todos con patatas. Menudo crack.

Es decir, que si hubieran dejado solos en el escenario al batería, al bajo y al guitarrista principal el concierto probablemente habría sido mejor.

Pero al margen de cómo cantaban o tocaban unos y otros, repito, fue un concierto muy divertido. No podía ser menos con los temazos que tienen. Eso sí, los que más triunfaron fueron los de 'Pet Sounds'. Con 'God Only Knows', 'Sloop John B.' y 'Wouldn't It Be Nice' todos enloquecimos y nos acordamos aún más de la ausencia del genial Brian Wilson.

Otra ausencia muy lamentada, a título personal, fue la de cualquier tema del 'Sunflower', mi disco favorito de ellos. La verdad es que podían haber seleccionado mejor las canciones y suprimir las excesivamente adolescentes, porque fue curioso/gracioso/extraño ver a dos señores mayores con camisa playera y gorra cantando temas surferos y sobre coches veloces. Pero siguen siendo dos Beach Boys, y, en mayor o menor medida, a todos nos hizo ilusión que cantaran para nosotros 'I Get Around', 'Fun, Fun, Fun', 'Surfin Safari' y tantas otras para bailarlas como si fueran éxitos de este año.

NOTA: 7/10