lunes, 7 de septiembre de 2015

Twin Peaks: no más, por favor

(Spoiler alert!).

Como dicen que para entender el presente hay que conocer el pasado, y además tenía tiempo libre, dediqué toda la semana pasada a ver las dos temporadas de Twin Peaks. No se puede decir que las devorara, porque se devora algo cuando te encanta; más bien, según avanzaba la serie, las consumí casi sin masticarlas, para acabar lo más rápido posible. Porque sobre todo la segunda temporada se me hizo infumable. Me pareció una tomadura de pelo, y encima dura 22 capítulos, frente a los 8 de la primera. 

Si vi la serie fue porque, como buena adicta, me sentía desde hace tiempo obligada a ver la que dicen que marcó un antes y un después. También han dicho que van a estrenar una tercera temporada, y pensé que podría ser interesante verla.

Todo lo que sabía de la serie era que la había creado David Lynch y que el tema central era el asesinato de la joven Laura Palmer (por cierto, gran parte de esa trama es "sorprendentemente" parecida a The Killing...). Esto es así en la primera temporada, porque la segunda arranca con otros temas y parece que hasta el capítulo seis o siete no se acuerdan de que lo importante es descubrir al asesino.



Empecé con mal pie: no me gustó nada la sintonía del principio ni las diversas musiquillas moñas que se oyen en diversas escenas. Pero seguí adelante. Más tarde, cuando por fin se supo quién era el asesino, la resolución me pareció casi tan ridícula como el final de Lost. Así que el asesino era el propio Leland Palmer, que tenía una especie de desdoblamiento de personalidad (¿un poco como en Psicosis?), y en su cabeza vivía un malvado fulano greñudo llamado Bob, cuya forma de demostrar lo temible que era consistía en agitar la estropajosa melena grisácea, abrir al máximo la boca y enseñar todos sus dientes, bastante sucios, por cierto. Pero resulta que el agente Cooper veía también al ente malvado llamado Bob, ¡así que entonces ese Bob no estaba solo en la cabeza de Leland Palmer, sino que era "real" y podía poseer a gente a su antojo! (¿un poco como en El Exorcista?).

¿Y por qué el agente Cooper puede ver a Bob y los demás no? Pues porque, por lo que se ve, es por lo menos medio chamán. Ve muertos, un gigante, un enano...  y todos ellos rodeados por un telón rojo, muy de cabaret o de Eyes Wide Shut. Dale Cooper también es medio hippie o medio budista, siempre sonriente, dando gracias por todo (los pinos, las tazas de café solo, las toneladas de donuts que les lleva Lucy a diario...), pero también es profundo y reflexivo. Me cae bien el personaje, pero carece de picardía, parece casi un monje, con tanto temple.



Tanto él como el resto de personajes están mejor logrados en la primera temporada que en la segunda. En esta última todo es un desastre: personajes que no pintan nada ahí (el insípido James Hurley en su Harley, que va de James Dean y no llega ni a chico de Al Salir de Clase; Leo, al que dejan primero en coma y luego medio lelo; el doctor Jacoby, que para ser psiquiatra no ayuda mucho en nada...); subtramas absurdas y prescindibles (la locura temporal de Ben Horne; el verdadero padre de Donna, situación toda un "WTF???"; la ricachona que se liga a James... Incluso toda la historia de Windom Earle, que se supone que es la importante, me parece un despropósito); unos diálogos aún más pésimos que en la temporada anterior, de culebrón venezolano ("Josie, ¿adónde vas con esas maletas? ¿Me estás dejando?", "¡Oh, Harry!" -suspiro y abrazo-, "¡Josie!", "¡Harry!", y Josie se larga sin decirle "ahí te quedas").

Los únicos personajes que evolucionan un poco, y a mejor, son el joven Bobby, que se busca trabajo para poder vivir con Shelly, y Nadine, cuya involución a la adolescencia con la fuerza de Hulk es bastante graciosa, teniendo en cuenta que antes de eso era insufrible. En cuanto a la mayoría del resto de actrices, se ve que lo que más primó fue su físico. Eso también me lo dijeron: "en Twin Peaks hay tías buenas para aburrir", y así es. ¿Quizás esto influyó en series como Beverly Hills 90210?



Y el final... ¡Bufff, vaya final! No me gustó, pero a la vez creo que no fue una mala manera de terminar. Pero sí que fue un momento Padre Karras total. Es cierto que no siempre el final tiene que ser feliz, pero este final, así y sin explicar nada... Aunque visto lo visto, podías esperar que en cualquier momento algún personaje se hiciera invisible, o pudiera volar, o lanzar rayos con los ojos, o cualquier otra ida de olla.

Resumiendo: quizás en su momento causó sensación, no lo sé, pero ahora, después de haber visto series espectaculares (Los Soprano, The Wire, Mad Men, Boardwalk Empire...), Twin Peaks me parece una pérdida de tiempo total. ¿Que marcó algo de estilo? Puede ser. Desde luego, estoy bastante segura de que Expediente X no habría existido sin Twin Peaks, pero es que la serie de Mulder y Scully también le da mil vueltas a la de Lynch (por cierto, aparición estelar la de David Duchovny en Twin Peaks, por lo menos solo con verle te hace reír). En fin, miedo me da cómo puede ser la tercera temporada. Leeré las críticas por curiosidad, pero no pienso perder más tiempo viéndola. Laura Palmer no me verá en 25 años...


miércoles, 20 de mayo de 2015

Canciones felices / Happy songs

He aquí una lista de canciones que irradian alegría, jolgorio y felicidad pura. Muchas de ellas son canciones de amor, del amor en su estado más febril. Como siempre, se podrían añadir muchas más, pero de momento aquí están estas. Te pueden alegrar un mal día o una mala racha, o si tienes la suerte de ser feliz su mera escucha te puede hacer aún más dichoso:


1) The Kinks: Autumn Almanac (o también Wonderboy, Polly, The Video Shop...).



2) The Turtles: Happy Together




3) The Buzzcocks: Love You More




4) The Beatles: Twist and Shout (aunque, como en el caso de The Kinks, podrían ser bastantes más).




5) The Beach Boys: Wouldn't It Be Nice




6) Bruce Springsteen: Jungleland




7) The Wannadies: You and Me Song




8) Herman Hermits: I'm Into Something Good




9) Steve Harley & Cockney Rebel: Make Me Smile




10) Oasis: All Around The World 




11) Queen: Breakthru




12) George Harrison: Got My Mind Set On You




13) Jackie Wilson: (Your Love Keeps Lifting Me) Higher and Higher




14) Sister Sledge: Thinking of You (sin menospreciar para nada la original, me quedo con la versión que hizo Paul Weller para su Studio 150 de 2004).



15) Patrick Wolf: The Magic Position




16) The Traveling Wilburys: Handle With Care




17) The Ramones: Oh Oh, I Love Her So




18) Nina Simone: My Baby Just Cares For Me




19) The Troggs: With A Girl Like You



20) Creedence Clearwater Revival: Down On The Corner




21) The Rolling Stones: She's A Rainbow




22) Buddy Holly: Everyday




23) The Rascals: A Beautiful Morning




24) Tom Petty: Learning To Fly




25) Aretha Franklin: Think




26) Loquillo y Los Trogloditas: Morir en primavera (mejor en su versión en directo).



27) MGMT: Time To Pretend




28) Arcade Fire: Rebellion (Lies)




29) The Long Winters: Scared Straight




30) The Proclaimers: I'm Gonna Be (500 Miles)




31) Cornershop: Brimful of Asha




32) Chuck Berry: Johnny B. Goode




33) David Bowie: Modern Love




34) Lynyrd Skynyrd: Sweet Home Alabama




35) The Jam: A Town Called Malice


viernes, 27 de marzo de 2015

Los Buzzcocks nunca fallan

Me lo dijeron días antes del concierto, y era verdad. No tardaron nada en demostrar que siguen teniendo carisma y siendo uno de los mejores grupos de punk rock que habrá en la historia. Los Buzzcocks salieron anoche al escenario de la Sala But, arrancaron con Boredom y en cinco segundos se habían metido al público en el bolsillo. Sin parar ni un segundo encadenaron al primer tema Fast Cars (con la misma intro que la anterior) y I Don't Mind

Para entonces los asistentes habíamos enloquecido del todo y sin remedio. Si alguien tenía dudas de que Pete Shelley y Steve Diggle, ambos a semanas de cumplir los 60, tendrían un mal rendimiento en vivo, estaban muy equivocados. No solo es que aguantaran la hora y media de actuación, en muchas ocasiones parando escasos segundos entre canción y canción (si es que paraban), sino que derrochaban energía. A esto ayudaron sus dos nuevos acompañantes, algo más joven que ellos: el bajista Chris Remington, discreto pero eficaz, teniendo en cuenta lo importante que es el bajo en muchos temas de los Buzzcocks, y el batería Danny Farrant, potente y tan infatigable como sus compañeros.




La voz de Pete Shelley ha perdido sus juveniles registros, sobre todo en los agudos, pero sigue manteniendo un timbre agradable y capaz de interpretar más que dignamente tanto las composiciones grabadas entre hace cuatro décadas como las del año pasado. Sin embargo, fue curioso percibir cómo a medida que pasaba el concierto su voz se calentaba y mejoraba, hasta el punto de que cerraron con Orgasm Addict y sus famosos gritos inundaron el local. Además se dosificó bien con Steve Diggle, de manera que cada uno interpretaba un bloque de canciones y después se encargaba el otro. Diggle, que parecía eléctrico y se marcó un solo muy destacable, fue especialmente participativo y agradecido con el público.

El repertorio fue realmente acertado. Personalmente, solo me faltaron Get On Your Own y Wish I Never Loved You, pero no me quejo, en absoluto. Solo tocaron cinco temas del último álbum, The Way, entre ellas la poderosa Keep On Believing. El resto del setlist, como no podía ser de otra forma, se compuso de clásicos, siempre eternos e infalibles. Da gusto ver que esos temas no han envejecido en absoluto, y además ganan muchos puntos en directo, por potencia y por las ganas que les pone la banda: Nothing Left, Promises, Love You More, What Do I Get... y su estrella, Ever Fallen In Love (With Someone You Shouldn't've).

Aún quedan Buzzcocks para rato, y de verdad que se agradece. Pocos grupos contagian al público de su energía y lo tienen saltando, bailando y coreando sus estribillos sin parar durante una hora y media que se hizo corta. Todavía les quedan un par de fechas en España, hoy en Santander y mañana en San Sebastián. No os los perdáis si tenéis la ocasión de ir.

viernes, 13 de marzo de 2015

Después de la fiebre de 'Birdman'

Cuando se crea mucha expectación por la llegada de algo, lo habitual es que casi todos esperen que ese algo sea algo extraordinario, difícil de ser; o al menos algo bastante bueno, sin más. ¿Es posible que esto le haya sucedido a Birdman, el último largometraje de Alejandro González Iñárritu?

Podría ser, o no. Mi primer pensamiento tras comenzar los títulos de crédito fue: "con lo que se ha hablado de esta película, con la de Oscar y otros premios que ha ganado, y con lo que me la han recomendado varias personas... ¡Y al final resulta que no era para tanto!". Por no ser injusta, mi siguiente pensamiento fue que no es para nada una mala película, pero tampoco creo que sea recordada en unos pocos años. Y ya si se la compara con los otros títulos del director, en especial con la de su famosa trilogía, la diferencia es abismal, aunque Birdman no tenga nada que ver con los otros.



Sin desdeñar en absoluto a Iñárritu y su obra (sería ridículo hacerlo, a juzgar por su filmografía), creo que Birdman se pierde en la autocomplacencia, que el director daba por sentado que iba a hacer una obra maestra, con un guión magistral y una técnica originalísima. Ni lo uno ni lo otro: el guión aburre en muchos momentos, y el comentadísimo plano secuencia, aparte de ser falso, ya era algo que se había hecho antes (por ejemplo lo hizo Hitchcock). Y todo es bastante pretencioso, comenzando por el larguísimo título.

Me costó mantenerme despierta, lo reconozco. Y en buena hora lo hice: si la trama a veces carece totalmente de interés, el final es casi un insulto. (SPOILER ALERT) No puede ser que se nos muestre a un protagonista medio trastornado, que se cree el súper héroe que interpretó, pero vemos que todo está en su mente, y que de pronto al final se decida a saltar por la ventana, harto de todo e incluso después de haber sobrevivido a un autodisparo en la cara... y vuele por el aire, como el auténtico Hombre Pájaro. Eso es faltar a las reglas del juego del propio filme.

Me comentaron que eso se podría considerar "realismo mágico". Cada uno ve las cosas de una manera, está claro, pero realismo mágico para mí es Alfanhuí de Sánchez Ferlosio, no esto. Salí del cine con la sensación de haber perdido el tiempo y de que de toda la película solo salvaría a Emma Stone, que nunca dejará de parecerme una enorme actriz que puede ser aún mejor de lo que ya es.