jueves, 29 de diciembre de 2011

Matrícula de honor para 'Drive' y Ryan Gosling

"Dame una hora y un lugar. Yo te doy cinco minutos, y pase lo que pase en esos cinco minutos soy tuyo, sin que importe nada más".

A muchas nos encantaría que Ryan Gosling nos dijera esa frase, pero mucho me temo que no va a poder ser. Quien la pronuncia es su personaje sin nombre en Drive, la última de las películas que ha estrenado en este prolífico año para él, después de Crazy, Stupid Love y The Ides of March. Ésta en cuestión está basada en la novela de 2005 de James Sallis, también titulada Drive.





Gosling da vida a un conductor que es todo un virtuoso al volante. Por el día trabaja rodando arriesgadas escenas de coches para películas y por las noches se dedica a poner a salvo a los diversos atracadores que le contratan para que les ayude a fugarse después de cometer un robo. Su ya de por sí agitada vida se complicará cuando aparece en escena el marido exconvicto de su joven vecina Irene (Carey Mulligan).

En su afán por ayudar a Irene, de quien está enamorado, el protagonista se verá amenazado, traicionado y perseguido. Dejará de ser un hombre discreto, aparentemente calmado y silencioso, y recurrirá a sus peores instintos para intentar sobrevivir. Las dos terceras partes de la película son excitantes, angustiosas y altamente violentas, no aptas para escrupulosos. Están plagadas de peleas y disparos inesperados, carreras de coches, una muerte tras otra y sangre saliendo por todas partes a borbotones, con sonido incluido, al estilo Kill Bill. También hay ciertas similitudes con No es país para viejos y Bullitt. De hecho algunos comparan ya a Ryan Gosling con Steve McQueen.

El conductor podría considerarse un héroe clásico que trata de proteger a su amada por encima de todo, incluso arriesgando su propia vida a cada momento; pero, a la vez, todo lo que hace para salvar a Irene sólo contribuye a que ésta se aleje de él (lo que se refleja muy bien en la primero bonita y luego cruda escena del ascensor), haciendo que el amor entre ambos sea imposible.

La actuación de Gosling resulta perfecta, y eso teniendo en cuenta las pocas líneas que tiene su personaje. Una gran cantidad de las frases que tenía originalmente se suprimió del guión debido a una acertada sugerencia del propio Gosling. Incluso el que el conductor carezca de nombre no importa, pues lo relevante es cómo es él, y además así se contribuye a crear un áurea de misterio a su alrededor.

Otro éxito de la película es la buena selección de los secundarios: la citada Carey Mulligan como la vecina desamparada, Albert Brooks como uno de los jefes del crimen (por este papel ha recibido un buen puñado de nominaciones y ha resultado ganador de varias de ellas, entre ellas un Globo de Oro al mejor actor secundario), Bryan Cranston (tan genial como siempre) como el único amigo del protagonista, y el veterano Ron Perlman como uno de los malos de la película. También hay una más bien breve aparición de la pelirroja Christina Hendricks (de la serie Mad Men).


NOTA: 10/10

viernes, 16 de diciembre de 2011

La trepidante y sangrienta 'The Shadow Line'

Hacía tiempo que no me atrapaba así una historia como la que cuenta la miniserie de este año de la BBC, 'The Shadow Line'. Y eso que en sus siete capítulos hay más sangre que en la Biblia, lo cual no es agradable de ver.

Pero aunque a uno no le guste la violencia cruenta, 'The Shadow Line' engancha, y mucho. Según me han dicho se parece a 'The Wire' (hablo por terceros porque aún no la he visto). Todo comienza con el asesinato de Harvey Wratten, un veterano jefazo del tráfico de drogas, nada más salir éste de la cárcel gracias a un perdón real (es decir, concedido por la mismísima Reina de Inglaterra). A partir de ahí se verán entremezclados la policía, la banda de Wratten, un periodista de investigación y el misterioso y flemático Gatehouse (muy british él), todos intentando averiguar quién cometió el asesinato.




La trama es compleja desde el minuto 1, y cada vez se enreda más. Por cada cosa que se descubre surgen otras diez que hay que averiguar. Uno puede hacer sus predicciones desde el primer capítulo, pero acabará modificándolas cada media hora, para finalmente ver que no ha acertado en casi nada. Todo se revela en los últimos 10 minutos, y hay que estar realmente atento para no perderse en la explicación. No queda ni un cabo sin atar ni ninguna explicación que chirríe (como pasó con 'Lost').

El reparto realiza en general un buen trabajo. Algunos de los actores son conocidos, al menos en España, sobre todo dos. Uno es Chiwetel Ejiofor, que interpreta al agente Jonah Gabriel, que se lo jugará todo para llegar hasta el fondo en la investigación. Pero el más destacado, el que sobresale por encima de todos como actor y como personaje es el grandísimo Stephen Rea, Gatehouse en la serie. Al igual que ocurre con la trama, casi hasta el último momento no se sabrá quién es ese hombre, si actúa por libre o si trabaja para alguien.

Los guionistas han hecho desde luego un trabajo excepcional con esta serie. No sólo por la historia, que está muy bien hilada y es totalmente realista, sino también por la cantidad de matices de los personajes. No hay ninguno plano: cada uno tiene su historia, su carácter, sus incoherencias consigo mismos, sus emociones, sus dudas, sus miedos... Son personas de verdad. Y todos, en mayor o menor medida, tienen su atractivo. Seguramente el espectador aborrecerá al instante a Jay Wratten, el sobrino del asesinado, y no llegará a identificarse con ninguno de los personajes por completo, en gran parte por la maldad que emanan casi todos. Pero sí se podrá sentir empatía en determinados momentos con alguno, por ejemplo, con Joseph Bede (Christopher Eccleston), uno de los cabecillas criminales, cuya vida personal está destrozada.

No es de extrañar que el guionista, director y productor de la mayoría de los capítulos de 'The Shadow Line', Hugo Blick, ganara el premio del Gremio de Escritores de Gran Bretaña a la mejor serie dramática de televisión. Como novela negra también habría sido espectacular, y quizá la trama habría sido más fácil de explicar y de entender. Pero como serie es simplemente perfecta. Ni siquiera se puede criticar la poca cantidad de capítulos, ya que en ninguno de ellos hay nada de relleno. Y al desvelarse todos los misterios uno se queda inevitablemente con la boca abierta y pensando si algo así no podría suceder (si es que no sucede ya) en la vida real.

Haced la prueba: en cuanto veáis el primer capítulo seguro que veis los seis siguientes del tirón. 'The Shadow Line' es una adicción, pero de la buena.

NOTA: 10/10