viernes, 13 de marzo de 2015

Después de la fiebre de 'Birdman'

Cuando se crea mucha expectación por la llegada de algo, lo habitual es que casi todos esperen que ese algo sea algo extraordinario, difícil de ser; o al menos algo bastante bueno, sin más. ¿Es posible que esto le haya sucedido a Birdman, el último largometraje de Alejandro González Iñárritu?

Podría ser, o no. Mi primer pensamiento tras comenzar los títulos de crédito fue: "con lo que se ha hablado de esta película, con la de Oscar y otros premios que ha ganado, y con lo que me la han recomendado varias personas... ¡Y al final resulta que no era para tanto!". Por no ser injusta, mi siguiente pensamiento fue que no es para nada una mala película, pero tampoco creo que sea recordada en unos pocos años. Y ya si se la compara con los otros títulos del director, en especial con la de su famosa trilogía, la diferencia es abismal, aunque Birdman no tenga nada que ver con los otros.



Sin desdeñar en absoluto a Iñárritu y su obra (sería ridículo hacerlo, a juzgar por su filmografía), creo que Birdman se pierde en la autocomplacencia, que el director daba por sentado que iba a hacer una obra maestra, con un guión magistral y una técnica originalísima. Ni lo uno ni lo otro: el guión aburre en muchos momentos, y el comentadísimo plano secuencia, aparte de ser falso, ya era algo que se había hecho antes (por ejemplo lo hizo Hitchcock). Y todo es bastante pretencioso, comenzando por el larguísimo título.

Me costó mantenerme despierta, lo reconozco. Y en buena hora lo hice: si la trama a veces carece totalmente de interés, el final es casi un insulto. (SPOILER ALERT) No puede ser que se nos muestre a un protagonista medio trastornado, que se cree el súper héroe que interpretó, pero vemos que todo está en su mente, y que de pronto al final se decida a saltar por la ventana, harto de todo e incluso después de haber sobrevivido a un autodisparo en la cara... y vuele por el aire, como el auténtico Hombre Pájaro. Eso es faltar a las reglas del juego del propio filme.

Me comentaron que eso se podría considerar "realismo mágico". Cada uno ve las cosas de una manera, está claro, pero realismo mágico para mí es Alfanhuí de Sánchez Ferlosio, no esto. Salí del cine con la sensación de haber perdido el tiempo y de que de toda la película solo salvaría a Emma Stone, que nunca dejará de parecerme una enorme actriz que puede ser aún mejor de lo que ya es.

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