A quien ya la haya visto no le extrañará que me ventilara las cinco temporadas de 'A dos metros bajo tierra' en aproximadamente tres semanas. A quienes no la hayan visto aún, cuando comiencen a verla seguro que les pasará lo mismo.
No podía ser de otra forma con una serie tan bien hecha, creada por Alan Ball (guionista aclamado por mí y por muchos por 'American Beauty' y denostado por otros por 'True Blood', sobre la que aún no puedo opinar y no sé si algún día me animaré a ver). El mismo Ball escribe y dirige con acierto varios capítulos de la serie, como el piloto y el final.
¿Qué tiene 'Six Feet Under' que no tengan otras? Muy sencillo: un argumento original y unos personajes muy complejos desde el principio y cada vez más según avanza la serie. Algunos episodios fueron mejores que otros, pero ninguno resulta aburrido. La disfuncional familia Fisher engancha: dueños de una funeraria, con un padre lleno de secretos, una madre hiperprotectora e infeliz, un hijo mayor guaperas y egocéntrico, un hijo mediano gay que aún sigue en el armario y una hija adolescente rebelde con afición por múltiples drogas y escasas habilidades sociales. A ello se suman diversos secundarios, algunos más frecuentes que otros, que ya sea mucho o poco siempre aportan algo y también muestran ser personajes complejos.
Aparte de por la interesante historia que cuenta, esta serie se queda impresa en la memoria porque hace reflexionar mucho más de lo que cualquiera hubiéramos querido. No sólo acerca de la vida y la muerte, que es el eje central del argumento, sino también sobre las relaciones personales, ya sean familiares o de pareja. Además de cadáveres los Fisher y el resto de personajes entierran sentimientos. Y todo esto se hace desde un punto de vista totalmente realista. Los Fisher viven situaciones frecuentemente desquiciantes, y, en menor o mayor grado, más de uno nos hemos visto reflejados en muchas de ellas.
Nos meteremos tanto en la historia gracias al excelente guión y a los fantásticos actores que las peripecias de los Fisher nos dolerán desde el minuto 1, y el dolor no parará cuando la serie termine. El drama predomina, pero también habrá momentos hilarantes. Es una serie tan perfecta que hasta la música es buenísima (obra de Thomas Newman, también artífice de la banda sonora de 'American Beauty') y los títulos de crédito son geniales. Se ve que HBO nunca hace nada mal.
Lo mejor: el personaje más querido es sin duda David Fisher, interpretado por seguramente el mejor actor de la serie, Michael C. Hall, actualmente 'Dexter'. Cualquier elogio se queda corto para definirle. En 'A dos metros bajo tierra' sólo pudieron hacerle frente Frances Conroy (que interpreta a la madre) y Kathy Bates (secundaria de lujo en unos cuantos episodios). Otro punto fuerte es el personaje de Brenda, aunque su actitud es a veces desesperante, y la actriz que le da vida, Rachel Griffiths, también es de las mejores de la serie. Y por supuesto el final, en concreto los últimos minutos, es absolutamente memorable.
Lo peor: el personaje de Lisa, muy probablemente el menos querido, por no decir insoportable. Pero precisamente por ello se puede decir que su intérprete, Lili Taylor, hizo un buen trabajo.
NOTA: 10/10
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